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miércoles, 12 de marzo de 2014

VIDA Y OBRAS DE MONSEÑOR LEFEBVRE: Continuación

VIDA Y OBRAS DE MONSEÑOR LEFEBVRE


ORIGENES
La familia Watine (hogar de Gabriele) era exitosa industrialmente hablando perteneciente al patriciado del norte. Hijo de Philippe Watine-Meurisse, Louis Watine (1814-1883), fabricante de Roubaix, se había casado con Élise Wattine, de Turcoing, nieta de Pierre Wattines-Dewavrin(1749-1812) que fue arquitecto y alcalde de Tourcoing en 1800. Su segundo hijo Louis Watine (1848-1919), fabricante de telas y vicepresidente de la caja de ahorros, seria para su mujer, Gabrielle Lorthiois, a quien tomo como esposa el 27 de junio de 1874, un guía seguro y un sólido apoyo.Optimismo realizador y fe católica militante, tales son los rasgos destacados de la familia Lorthiois que llegó a ser legión, porque los Lorthiois-Duquennoy (1748-1810) contaban en 1940 con mil doscientos descendientes, entre los cuales había sesenta sacerdotes, religiosos y religiosas  distribuidos por los cinco continentes. De este linaje bendecido por Dios nació en 1855 Gabrielle Lorthiois siendo la duodécima de los trece hijos de Floris Lorthiois fabricante de tapices en Tucoing y de María Van Dooren, su esposa era veinte años menor que su esposo.
Dos de las hermanas de Gabrielle entraron en la vida religiosa, y si bien ella misma no recibió la vocación divina, tuvo el consuelo de ver que trece de sus nietos se consagraban a Dios. La terciaria franciscana de Roubaix, de la que era presidenta, estaba lejos de absorber su actividad, a paso enérgico recorría las calles para procurar ayuda y trabajo para numerosas comunidades religiosas.En el hogar activo de Louis Watine y Gabriele Lorthiois, Dios suscitó un alma selecta, la madre de Monseñor Lefebvre, Gabrielle Watine. Cierto es que “el alma de un sacerdote se forja en las rodillas de su madre” por lo tanto conocer el alma de Gabrielle Watine nos permitirá adivinar la de Monseñor Lefebvre.
Gabrielle Watine nació en Roubaix el 4 de julio de 1880, siendo la cuarta de siete hijos. Desde que era una joven escolar se sintió llevada a la piedad sin vacilar, uniendo los hechos a la oración y arrastrando a sus compañeras. Se le puede retratar con tan solo dos palabras: era hija del deber.La vida familiar estaba impregnada de la fe, oración, espíritu de sacrificio y celo por mitigar las miserias del prójimo. Gabrielle Watine respondía generosamente a la energía de su madre y daba buen ejemplo. Visitaba con su madre las familias de los obreros de la industria textil y a los pobres de la conferencia de San Vicente de Paúl: no hay experiencia más hermosa que las viviendas ruinosas y rostros pálidos de los pequeños anémicos.A los dieciséis años Gabrielle fue enviada al internado de las hermanas bernardinas de Esquermes, en Lille, de donde era religiosa su tía, sor Marie-Clotilde (Clara Lorthiois). Durante su estadía en el internado manifestó “humor estable, energía sonriente, simpatía, modestia y delicadeza” su personalidad se afirmaba en las discusiones de ideas, que mantenía con ánimo sin querer ceder por debilidad.  
Terminados sus estudios, Gabrielle Watine dudaba sobre su futuro. ¿Sería religiosa? Tras reflexionar, orar, y consultar a Monseñor Fichaux, su director espiritual, se decidió por el matrimonio.


EL HOGAR FAMILIARLos complejos industriales, en el norte, pesaban mucho en las relaciones y alianzas familiares y, en cierta manera, podrían influir en la elección de los jóvenes al matrimonio pues el patronazgo textil estaba tejido de una relación permanente y estrecha entre los negocios y la familia, aunque no se negaba cierta espontaneidad.Ahora bien, el criterio moral y religioso no era menos importante porque también ellos dejaron sentir su peso dado que un vicario de Notre-Dame de Tourcoing dio fe de las cualidades morales de René Lefebvre quien lo presento a la familia. René Lefebvre era un año y medio mayor que su futura esposa. Esbelto, alto, cabello castaño, de ojos azules y mirada dulce, nariz recta y fino bigote. Dotes naturales, además de los morales, que le valieron su rápida aceptación tanto por los padres como por Gabrielle Watine. Ambos dieron su consentimiento matrimonial el 16 el abril de 1902 en la iglesia de San Martin de Roubaix ante el Párroco Bertaux.Los recién casados tomaron como destino de su viaje de bodas a Lourdes, en virtud que René era camillero voluntario desde 1897, ante la virgen de la Gruta, luego Roma, donde recibieron la bendición del Papa León XIII. De  vuelta a Tourcoing, el joven matrimonio se estableció en una modesta casa de calle Leverrier, una calle discreta con sobrias fachadas de ladrillo rojo y ventanas impecablemente alineadas que respondía con exactitud al urbanismo racial y ordenado de la región.


EL SANTUARIO FAMILIAREl primogénito nació el 22 de Enero de 1903 y recibió el nombre de su padre, luego vino Jeanne en 1904. Marcel llego al hogar el 29 de noviembre de 1905, demasiado tarde para ser Bautizado ese mismo día. Fue al día siguiente, en la fiesta de san Andrés, el apóstol crucificado amante de la cruz del Salvador, cuando el niño fue llevado a la fuente bautismal de la iglesia de Notre-Dame, por su tío, Louis Watine-Duthoit y su tía Marguerite Lemaire-Lefebvre, se le pusieron los nombres de Marcel François Marie Joseph, como en toda familia del norte: François, naturalmente, por estar entre familia de terciarios franciscanos; y Marcel para vengar la reclusión ignominiosa de San Marcelo en Roma, cuya caballeriza- prisión había impresionado a la Sra. Lefebvre.
La madre inmediatamente bautizaba a sus hijos aunque no estuviera recuperada del todo, la familia acudía sin ella a la iglesia, y solo al regreso aceptaba tomar en brazos al bebé, renacido a la vida divina y adornado con la gracia santificante. Cuando abrazo a Marcel, se sintió iluminada por una de esas intuiciones habituales en ella, y dijo: “Este  desempeñara un gran papel en la Iglesia junto con el Santo Padre”.Persuadidos que el futuro de una patria católica del fecundo matrimonio cristiano, los esposos Lefebvre-Watine se rodearon de una hermosa corona de niños. Bernardette nace en 1907, de quien predijo la madre “será un signo de contradicción”, y de hecho fue la futura sor Marie-Gabrielle al fundar junto con su hermano la Congregación de las Hermanas de la Fraternidad San Pío X; luego Christine, la última de los “cinco mayores” de quien predijo la madre que sería carmelita e incluso fue la reformadora del Carmelo tradicional. Finalmente vinieron al hogar Joseph en 1914 y Marie-Térese en 1925.La madre de la familia era un alma profundamente espiritual y extremadamente apostólica: recordemos dos rasgos de su fisonomía moral, que heredaría Marcel. Enfermera diplomada de la Crus Roja, dedicaba un día y medio de la semana cuidando a los enfermos del dispensario, realizando el trabajo que desagradaba a los demás. Su marido y ella formaban parte de la Conferencia de San Vicente de Paúl, pero su mayor apostolado lo hacía en la tercera orden franciscana: convertida en presidenta del discretorio de Tucoing, bajo su impulso la fraternidad de las “hermanas” de la tercera orden recluto hasta ochocientos miembros, con maestras de novicias escogidas por ella y también promovió los retiros cerrados.Dirigida espiritualmente por el Padre Huré, montfortiano, su alma se elevo a una vida de unión constante con Jesucristo; practicaba la oración y la lectura espiritual; viril y magnánima se ejercitaba en la mortificación y la renuncia, en 1917 hizo el voto de lo más perfecto..Continuará