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sábado, 28 de junio de 2014

CARTA A LOS CATÓLICOS FIELES A LA SACROSANTA RELIGIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO

   

   Hace más de cincuenta años, la secta modernista incrustada desde tiempo atrás en la Iglesia Católica, apostólica, romana, consiguió instalarse en los más encumbrados sitios del Vaticano. Luego, gradual pero audazmente, se fueron posicionando en las diversas áreas estratégicas de la estructura eclesiástica y, más aún, en el ámbito de la doctrina, en las prácticas del culto, y en las propias conciencias adormecidas de la gran mayoría de clérigos y nosotros los seglares. Los modernistas lograron socavar los cimientos y muros de nuestros endebles medios de defensa espirituales y morales.

   No les representó a los sectarios vaticanos mayor esfuerzo alcanzar su objetivo de distorsionar nuestra sacrosanta Religión; sino que, incluso, se han dado el lujo de exhibirnos, una y otra vez en nuestras frágiles convicciones ante la historia y el mundo. Los hábitos pecaminosos derivados de la mundanidad liberal, de la tibieza y enfriamiento en que hemos incurrido y, en muchos casos nuestra  inexcusable y estulta indiferencia, han hecho el resto.  Debido a ello, se ha agravado la crisis en la Iglesia Católica y sus instituciones.

   Providencialmente, Dios, Nuestro Señor Jesucristo y la Santísima Virgen María, suscitaron la intervención de Monseñor Lefebvre, quien resistió a los herejes modernistas durante las sesiones del Concilio Vaticano II y durante el período que le siguió. Fundó el Seminario de Econe y otros; organizó la FSSPX sobre la base de la más sana doctrina católica tradicional, dándole además programa y rumbo.

   Monseñor Lefebvre, bajo la inspiración del Espíritu Santo consagró Obispos; y, algo muy importante, nos enseñó entre muchas otras cosas, que la ley fundamental de la Santa Madre Iglesia, es la salvación de las almas; que la razón de ser de la jerarquía y sus ministros, es para preservar el depósito de la Fe y administrar los sacramentos a quienes víctimas de nuestras miserias, anhelamos a través de esos medios de santificación recibir a Nuestro Señor enteramente en Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad, preparándonos para amarle y servirle en esta vida y adorarle y gozarle en la otra.

   Monseñor Lefebvre, nos instruyó que en caso de necesidad; esto es, ante la carencia de prelados y sacerdotes confiables y fieles a Nuestro Señor Jesucristo, la Iglesia suple la jurisdicción territorial que, en principio les corresponde ejercer a los clérigos diocesanos; pero habida cuenta que éstos han venido contribuyendo con la apostasía, asentada en Roma desde tiempo atrás, nos tuvimos que alejar de su nociva influencia. De la misma manera, Menzingen se ha colocado bajo el patrocinio de los modernistas, y sin sonrojarse siquiera contemporizan con los escándalos papales, les hemos revocado a tales dirigentes y corifeos de la FSSPX la jurisdicción que un día voluntariamente les conferimos sobre nuestras almas y nuestras vidas.

  Por todo lo anterior, de todo corazón, nos adherimos al “Comentario Eleison 355” de fecha 3 de mayo último, y decimos:
   “¡Adiós FSSPX, el combate contra los modernistas, está virtualmente acabado!”
   Sólo nos resta suplicarles y exhortar a nuestros titubeantes, pero todavía buenos sacerdotes, que no tengamos miedo. Pero es la hora de ¡“romper filas y huir a las montañas”!

   Dios, nuestro Jefe Supremo, nos convoca.  Acudamos sin tardanza a su llamado, ya que la lucha por Su causa deviene más gloriosa que nunca.

   ¡En todo sea Dios glorificado!
   Hermano Pablo, Obl S.B.


   En la festividad de Corpus Christi.



COMENTARIO ELEISON 355

ADIOS, FSSPX