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martes, 10 de febrero de 2015

MEDITACIONES: Lunes de Sexagésima



Meditaciones

Por el P. Alonso de Andrade

De la semilla de la palabra de Dios.

   Punto I.- Este día considera las causas que hubo para que se perdiesen las tres partes de la semilla, y las que hubo para que se lograse la cuarta y diese tan copioso  fruto, que restaurase la pérdida de las tres que se perdieron. La primera parte se perdió, porque cayó en el camino y la pisaron los que pasaron por él, porque se pierde la palabra de Dios en aquellos que andan en la frecuencia del pueblo y son como camino común, todos los cuales, como dice San Cirilo, pierden el jugo de la devoción y quedan secos y áridos en el espíritu; de manera que no da fruto en ellos la palabra de Dios. Mira cuánto te importa el recogimiento, y apártate de los concursos y frecuencia de los hombres, en los cuales pierdes el fruto espiritual de tu alma; la devoción interior y la paz del espíritu, y  procura en adelante retirarte y esconderte, no te impidan un bien tan grande como es el logro de las inspiraciones divinas, y los avisos y consejos de su santa palabra.

   Punto II.- Considera que la segunda parte de la semilla se perdió porque cayó entre piedras y no tuvo jugo para crecer y dar fruto; porque como dice Beda, se pierde la palabra de Dios que cae en corazones de piedra, duros y rebeldes a su voz; y si alguna vez se mueven con ella a hacer algo en servicio de Dios, a cualquier dificultad o contradicción se rinden y vuelven atrás en el bien comenzado. Entra en cuenta contigo, y mira cuánta de la semilla divina se ha malogrado en ti por haber cobardeado a las contradicciones que se te han presentado; persuádete que siempre has de tener por enemigo al demonio, si tienes por amigo a Dios; y que a donde quiera que fueres te ha de hacer guerra, y que te importa la vida pelear como varón y lograr su santa palabra; y que para esto es necesario que eches raíces hondas en tu corazón, porque no la arranque cualquier viento de tentación, y que no la podrás echar, si tu corazón es de piedra y duro a su voz. Medita despacio esta verdad, y mira qué medio has de tomar para perder la dureza, y ser blando, dócil y obediente a su palabra; pídele a Nuestro Señor que te quite el corazón de piedra, y te de uno de carne, como lo prometió a los suyos, para amarle y servirle, y ser blando y obediente a sus voces.

   Punto III.- Considera que la tercera parte de la semilla se perdió porque cayó entre espinas, que como explica el Salvador, significan los cuidados seculares, las riquezas y los deleites del mundo, los cuales ahogan la semilla de la palabra de Dios. Contempla cómo son espinas para el espíritu los deleites del siglo, las honras y las dignidades, que tanto apetecen los hombres, y tienen tanto gozo después de haberlas alcanzado. Llora el engaño en que viven y en el que tú te hayas, estimándolas y procurándolas tan ciegamente; pues como dice San Gregorio, punzan y lastiman el alma como espinas, al paso que regalan el cuerpo, mira cuánto más te importa tu alma que tu cuerpo, y el bien espiritual que el temporal; y toma muy a pecho arrancar de tu corazón todas estas espinas, que no han dejado crecer en ti la palabra de Dios, y pídele su gracia y favor para ello de lo íntimo de tu corazón.


   Punto IV.- Considera cómo se logró la cuarta parte de la semilla, por haber caído en buena tierra, blanda, limpia y retirada de los caminos y de la frecuencia de los hombres, que como dice el Salvador, significa los que reciben su palabra en un corazón bueno y óptimo, y llevan el fruto en paciencia, esperando en la misericordia de Dios. Mira cuál es tu corazón, y si tiene las calidades que debe para lograr esta divina semilla, y qué fruto da y ha dado, y pídele a Dios que te de su gracia para corregirte en adelante y lograr con grande acrecentamiento su divina palabra.