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miércoles, 18 de marzo de 2015

MEDITACIONES: Martes quinto de Cuaresma



Meditación
Por el P. Alonso de Andrade
De la doctrina del Evangelio

   Predicando y enseñando Cristo en el templo con admiración de todos,  se le opusieron los judíos tachándolo de ignorante y diciendo que estaba endemoniado; y respondió quién era y que su doctrina era de su Eterno Padre; mas deslumbrados con la respuesta, le quisieron echar mano, pero no les fue permitido porque no había llegado su hora.

   Punto I.- Considera que, predicando Cristo en el templo, se admiraban y no se convertían los que oían, en que multiplicaban su pecado; pues siendo la doctrina admirable, no se rendían con ella, pues poseídos de la envidia le querían quitar la vida; llora la dureza de los hombres y la obstinación en sus pecados, pues vemos hoy en muchos el mismo vicio que en estos, los cuales alaban los sermones que oyen por admirables pero no se convierten con ellos, sino antes se endurecen más en sus pecados; y mira que no seas tú uno de ellos. Considera cuántos has oído toda la vida y cuán poco te has aprovechado; pide a Dios perdón y gracia para enmendarte.

   Punto II.- Considera que se admiraban de verle tan sabio sin haber estudiado, de lo cual, como dice San Juan Crisóstomo, habían de conocer claramente su divinidad y que su doctrina era de Dios, pues no era adquirida por medios humanos como la de los hombres, sino celestial y divina, y propia de Hijo de Dios; de lo cual debes sacar una grande estima de la doctrina del Salvador, y sumo aprecio de todas sus palabras, conociendo que son de Dios, y su sabiduría, no humana, sino divina; gózate de tener tal maestro, pídele que te enseñe y que te de luz para entender su doctrina y caminar con sus consejos al cielo.

   Punto III.- Considera lo que dijo el Salvador a quienes le contradecían: si alguno quisiere hacer mi voluntad (esto es, de mi Padre), entenderá mi doctrina; dándoles a entender, como siente San Crisóstomo, que no la entendían por estar poseídos de sus vicios y no cumplir la voluntad de Dios, sino la suya. Medita estas palabras y mira no obscurezca tu corazón la niebla de tus vicios y pasiones no domadas, y el amor propio contrario a la ley del espíritu y a la voluntad  de Dios, y por esto no acabas de conocer sus verdades y penetrar el espíritu que encierra su santa doctrina.


   Punto IV.- Considera la malicia de los judíos, que ciegos con tanta luz se despeñaron en tan horrendo pecado, como fue quitar la vida al Redentor del mundo. En este vicio caen los que toman ocasión de los sermones para volverse contra los predicadores que hablan en su nombre. Ruega a Dios nuestro Señor que te tenga de su mano para no caer en semejante vicio, y no te acobardes si diciendo la verdad fueres perseguido, que Dios estará a tu lado como estuvo al de Cristo, y no permitirá a ninguno extender la mano contra ti.