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martes, 10 de mayo de 2016

Los regalos que la Santísima Virgen acepta: San Juan Bosco



El 30 de mayo de 1865, San Juan Bosco narró a sus discípulos una visión que había tenido acerca de los regalos que la gente hace a la Madre de Dios en el mes de mayo. Les dijo así:

  “Soñé que al final del mes de la Virgen llegábamos todos ante la imagen de Nuestra Señora a ofrecerle lo que por Ella hicimos en este mes.

  Unos ángeles iban recibiendo de manos de cada uno los regalos para presentarlos a la Reina del Cielo.

  Algunos llevaban rosas y azucenas de suave aroma. Eran los actos de caridad hechos en este mes, y la pureza que han  conservado. La Virgen los aceptó sonriendo y contenta.

  Otros presentaban flores sin aroma. Fueron rechazadas, porque son obras hechas sin rectitud de intención. Y la Virgen quiere no solo apariencia de santidad, como la de los fariseos, sino una vida en verdad buena.

  Unos le ofrecieron a María Santísima un cordero, o sea sus sacrificios por ser obedientes.  Otros unas uvas, o sea sus sacrificios por cumplir muy bien con su deber, y algunos un conejo, o sea su esfuerzo por huir de toda ocasión donde haya peligro de pecar. La Madre Santísima recibió estos regalos con inmensa alegría, y ofreció a cada una de esas personas una bellísima corona, o sea el premio que espera en el cielo a los obedientes, a los que cumplen bien con su deber y se alejan del pecado.

  Pero otros le ofrecieron un cerdo, y los ángeles lo rechazaron diciendo: “Alejaos: ¿no sabéis que el cerdo es señal de gula, pereza e impureza? ¿No sabéis que los impuros no entrarán en el Reino de los Cielos? ¿Cómo pretendéis ser devotos de la Virgen si seguís en paz con vuestros pecados? Eso es devoción falsa que Ella no acepta”.

  Algunos presentaban de regalo un gato o un perro y fueron alejados con horror, porque estos animales son símbolos de robo y escándalo.

  Muchos recibían bellísimas coronas de rosas que no se marchitan, en señal de que su premio por sus esfuerzos para celebrar muy dignamente el mes mariano, será un premio eterno.

  Pero algunos aparecían con el corazón atravesado por un puñal, y una voz dijo: “Estos son los que tienen nombre de vivos pero están muertos. Han pasado el mes en pecado mortal. Ahora que todavía es tiempo de perdón, ojalá aprovecharan para salir de esta situación peligrosa para su salvación eterna”.

  Y CON GRAN PENA VI QUE ERAN MUCHOS LOS QUE SE QUEDABAN SIN PREMIOS NI CORONAS: son todos los que en el mes de Nuestra Señora no le ofrecieron ningún obsequio espiritual. Se retiraban tristes y derrotados.